miércoles, 19 de octubre de 2011

KNOCK,KNOCK....BRAINS

“Knock...Knock...Brains”
Ay mamá, los zombis.
Por Tespis

Cada vez que se inicia una nueva empresa teatral debiéramos los amantes del arte escénico, regocijarnos y ofrecer los mejores parabienes. Se inicio en el Teatro Ramiro Jiménez, la temporada teatral de “Knock, Knock..Brains” un espectáculo teatral con tema zombi. Zambomba, me dije. Zombis, zumbale.
El genero de muertos vivientes que buscan comerle el cerebro al vecino, se ha hecho extrañamente popular pese a que repite una y otra vez sus clichés de miedo. Y siempre es una bacteria que crea algún científico lo que desencadena el apocalipsis zombi. Acá es igual en esta... no puedo catalogarla farsa aunque debió haberse ido para allá, en fin, un melodrama como todo el genero de terror de los noveles autores y productores Mauricio Martiarena y Víctor Kawas.
Meter un tema de terror a teatro es muy difícil, dificilisimo. Porque en teatro no hay ayuda de la edición ni apoyo de la cámara y efectos especiales. Por eso la dificultad de asustar al publico, y cuando se consigue ahí esta “La Dama de Negro” con casi 20 años en escena y que terminara pronto su temporada pues ya viene la película con Daniel Radcliffe y se ve muy buena. Volviendo a los zombis. La dramaturgia es un negocio difícil, hacer algo ciertamente novedosos y atrevido requiere de bastantes conocimientos o si no, de un buen asesor detrás que te revise lo escrito. O de un varote que disfraze lo malo en regular como en OCESA muchas veces.
Por ejemplo: No es buena idea ubicar la obra en Guanajuato, creo que era Guanajuato, y que los personajes se llamen Jeff, Tom, Karen, Johny. No es buena idea ubicarla en un espacio cerrado adonde se accede solamente por una puerta colocada en tercer termino izquierda, lo que entorpece el trazo. No es buena idea hacernos pensar que esa es una habitación de una casa en Guanajuato de ladrillos enormes y amarillos con aspecto, quiero suponer de una ¿Bodega?, ¿Sótano? No se todavía que se supone lo que era ese cuarto antes del apocalipsis zombie. No es buena idea contar la historia del grupo que se va acabando, mientras uno a uno van siendo masacrados por los muertos vivientes de maneras francamente muy tontas y fuera de la vista del público y con un final que ademas de absurdo es predecible. Pero un dramaturgo novel puede ser rescatado por un director de escena eficiente.
El problema es que el Señor Bruno Boludo, el dirigidor de esta obra, carece en absoluto del mas mínimo conocimiento teatral, y si lo tiene se ocupo en disfrazarlo eficazmente. Llena el escenario con cosas tomadas de las casas de los primos, pues se nota que el dinero empezó a faltar, las que, aunque son muchas, por su absurda distribución denuncian aun mas lo patético y escaso de la producción. La iluminación es una serie de oscuros infinitos e iluminación total en azulito y amarillito, no solo escasa sino bien pobre y fea. La idea de una obra , novela, película o serie de TV de terror, es la de hacernos pensar que lo que vemos es cierto. Aun en las parodias, se debe mantener un mínimo de coherencia y veracidad si queremos que la gente se crea lo del monstruito. La dirección hizo todos los esfuerzos posibles para que si un actor o actriz daba un tono medianamente veraz, estuviera en un área absurda o fuera de tono en ese instante. El trazo es una serie de caminar pa'lla y pa'ca en lineas paralelas a proscenio, donde acude cada personaje al centro para decir sus frases. Total, una cátedra de así NO se dirige.
En el rango actoral existen dos actores que conservan increíblemente su dignidad profesional, Oscar Olivares, primer mexicano nominado a un Emmy por Capadocia, que se llevo el mejor aplauso de la noche y sin porra, lucha con uñas y dientes para dar cierta veracidad a sus textos carentes de energía y a su personaje, supuesto villanito de cartón imposible de rescatar. Harry Rivas un actor de color, colombiano, que disfraza muy bien su acento y que tiene una singularmente poderosa presencia escénica, lo que hace agradable su participación en un rol que tampoco tiene pies ni cabeza. Christian Chavez, pese a que ya ha actuado, no es actor, y le dieron ademas, el hueso de la obra, si es que alguno de estos engendritos puede ser considerado papel, pero si, es el papel mas difícil porque es de una estupidez absoluta, el bueno, bueno de buenolandia que se quiere sacrificar. Christian Chavez literalmente le hecha muchas ganas, pero de ganas no se construye un personaje.
El resto del elenco es simplemente amateur, terrible a niveles increibles el cientifico, usando unas pistolas “ultramodernas” modelo pelicula del Santo en drogas.
Al principio parecía que se iban a ir por el lado de la comedia, pero si así era la intención, pues la comedia se les cayo a medio primer acto y solo hubo algunas risas aisladas cuando el buenis buenis termina matando inocentes. Si la intención era asustar o estremecer al publico... pues tampoco por ahí, porque no existe, ni en el texto, producción y mucho menos dirección algo que logre capturar la atención del publico, no hablemos de interés y mucho menos sentimiento.
¿Se podría hacer algo por una cosa así? Pues si... hacerla musical, tirarla a la farsa absoluta y replantear la producción y la puesta, o sea todo de nuevo. Pero esto no va a suceder. Ignoro los costos, pero cualquiera que este sea, no lo vale. Evitelo por sanidad mental.

AULAS EN GUERRA

Aulas en Guerra
Por TESPIS

El teatro en las escuelas es una materia fundamental. El problema es también, la marejada de oportunistas que montan obritas de medio pelo supuestamente con temas actuales, que convencen unicamente a profesores ignorantes.
A veces, se ven cosas regulares y pocas veces se ven cosas buenas, siendo por lo general montajes profesionales de cartelera teatral comercial en funciones especiales.
Ahora me toco ser invitado al Teatro Tepeyac a una función de “Aulas en Guerra”, una obra que pretendida mente habla sobre el bullying, en castellano acoso escolar y que en nuestro país por carencia de un poder legislativo funcional, no tiene ni para cuando terminar.
La obra, Escrita, dirigida y producida por Miguel Ángel Pelcastre Goyo relata una historia, muy improbable de una, supongo preparatoria aunque las chicas salen vestidas como de secundaria de paga, pues empieza con un monologo de un maestro que dice estar preocupado por el bullying pero que la cosa no esta para decir que hay aulas en guerra. Suena un balazo, el maestro sale. Entran uno a uno diferentes personajes, empieza un emo luego entra el malo, tortura al emo, entra una darketa, tortura al emo, entra una chica buenona y un chavo galanzon. Se molestan entre ellos, tratan de averiguar que paso, un par de ellos salen, a una compañera, Clara, le dispararon en el baño. El maestro entra y dice lo mismo y que ellos son sospechosos. De ahí la historia se convierte en averiguar quien fue quien lo hizo. Finalmente resulta que fue un suicidio o eso entendí, y el que estuvo cerca fue el emo, si el emo fue pues no lo entendí. Y termina con el maestro rogando hablando al publico que hay que parar la violencia y el bullying, al final la chica buenona saca una pistola de su mochila. What'a fuck?, si igual me quede.
Es obvio que el problema aquí es que esta obra no habla del bullying sino es un thriller con una construcción dramática mediocre. La dirección es menearse de acá para allá y los actores hacen un uso anárquico de una supuesta libertad creativa.
Si una obra no tiene un buen libreto, no tiene una buena dirección, pues todo queda en los actores.
Pues queda muy poco. Ya que la mayoría hace un uso descarado de invocar los peores aspectos de los púberes espectadores fomentandoles el chiflido, la pataneria y la vulgaridad con tal de sacar un par de risas idiotas. Para colmo no parecen darse cuenta de que muchas son risas de burla. O por humorismo involuntario, lo que convierte al teatro en un verdadero burdel del arte escénico y las musas son llevadas, claro, al extremo de ser putas y de las baratas.
Alejandro Najera hace un emo con epilepsia, porque toda la función esta temblando y agachado solo le vi el rostro hasta el final donde volvió a agacharse. Y hablaba tan bajito para demostrar su depresión que ni con micro se oía.
Mirsha Carrillo hace a la darketa, raro porque los darketos no son agresivos, pero como se ven raro pues la hicieron una especie de pandillera. Pese a todo ella no esta del todo mal y hace lo que le pidieron hasta eso con bastante solvencia.
Ytzel Carrillo es la chica guapa y tiene buena presencia, también trabaja contra un texto que no tiene de donde asirse pero su trabajo la hace hasta medianamente aceptable. En general las dos chicas cumplen.
Jonathan Bigurra hace al galán Erick, el hueso de la obra si es que se puede calificar así a un papel en este sinsentido dramático. Trabado y a contracorriente, tenso.
Jorge Garibay es el malo de Malolandia, un supuesto golpeador escolar falso y totalmente improbable, con tatuajes en los brazos y gritando todo el tiempo. Pero eso si, haciéndose el simpático para al final demostrar que no importa ser golpeador si eres chistoso, o sea, la obra esta en contra del bullying y lo promueve celebrando al supuesto malo, no entendí. Ademas aprovechar las patanerias del publico para hacerse el gracioso es inaguantable.
El Profesor que hace José Luis Luna si esta para llorar, carece de autoridad escénica de tal manera que uno justifica que los alumnos se comporten así con un maestro tan endeble.
Una sensación de que están improvisando se percibe a lo largo de la obra, pero miento, el termino no es improvisar es chacotear en escena. ¿Como es posible desear que se desarrolle en los alumnos el gusto por el teatro si se les manda a ver estos bodrios?. Estas son las obras que yo denomino matateatros porque verlas, es desear no volver nunca a ningún teatro. Y por increíble que parezca, los chavos si son capaces de recibir algo mejor y mas profundo, pero la basura engendra basura. Ni modo. Si sus hijos tienen que asistir, si tu maestro te mando, quejate y di lo malo que fue.

ASESINOS

Asesinos

Por TESPIS

En el recién renovado y cómodo Foro del Centro Cultural de la Diversidad, se presenta ASESINOS, un thriller escrito y dirigido por Carlos Armando.
Debo decir que a mi las obras que se anuncian con uno o varios chicos en ropa interior o desnudos me inspiran gran desconfianza. Cuando a mediados y finales de los años ochentas, comenzaron a proliferar los foros independientes, se hizo una “abundancia” de obras gay, en la que siempre se encueraban a la menor provocación y siempre, los personajes eran prostitutos, infieles o enamorados de un heterosexual, un bisexual u otro gay, mas promiscuo que ellos. El otro modelo de Teatro Gay era el tema manoseadisimo de la aceptación. Desfilaron por la escena, curas, “chichifos” o prostitutos masculinos y toda la fauna imaginable de machitos mexicanos viendo destruida su virilidad por ser homosexuales, que siempre tenían, ademas, que ser promiscuos o mínimo infieles.
El discursito de la eterna infelicidad y soledad gay, ademas de la eterna cantaleta de la promiscuidad, ademas de los desnudos mas o menos buenones a la menor provocación, solo consiguió hartar a un publico que emigro de nuevo a teatro convencional, al no encontrar en el Teatro Gay “algo” que les significara “algo”.
Hablo de Teatro Gay, porque, pese a la eterna cantaleta de que solo hay buen teatro o mal teatro, si se puede hablar de que hay hechos escénicos creados por artistas gay, dirigidos a la comunidad gay. Algunos son buenos ejercicios que comunican y divierten, recordaría ahora “La Fiesta” o podemos hablar de los Shows de Las Hermanas Vampiro o de Carlos Bieletto. En estos últimos casos, pueden ser tan divertidos a veces que rompen la barrera del ser para publico gay y divierten a propios y extraños como la ultima época de “Desde Gayola”.
Pero no podemos negar que tienen un “calo” y una serie de guiños que son incomprensibles al publico si este no tiene, al menos, contacto frecuente con personas gay. Algunos espectáculos son tan crípticos que ni siquiera los entiende toda la comunidad gay sino solo un sector. Algo así como el teatro regional de Merida que solo es para yucatecos.
ASESINOS, la obra que nos ocupa, aunque usa la estructura del Thriller, en genero seria un melodrama pese a que su autor la confunde con pieza, lo que no es ni de lejisimos. Decíamos, aunque usa una estructura policíaca con relato fragmentario, es un relato anticuado de la historia de un grupo de personajes gay, un chichifo, un gogo dancer, otro gogo dancer que es ademas dueño del antro y otro chichifo, que ademas es gogo dancer... ah caray, como que todos son el mismo personaje, en fin. Todos unidos en torno a su relación con un personaje que no aparece, un tal Hugo que les pone el cuerno a todos o bien los engaña, o bien los roba. Repite Carlos Armando, el ochentero esquema de que la comunidad gay esta compuesta exclusivamente de rateros, ladrones, prostitutos o curas que compran favores de chichifos.
¿Otra vez?, caray, hasta cuando van a repetir lo mismo. Ademas parece que estamos viendo una tercera o cuarta copia de “Los Chicos de la Banda” región 4. Si en Estados Unidos nadie volverá a poner esa obra porque, aunque en su época exponía la realidad de la existencia de una sociedad gay que no solo se divertía, su mensaje hoy resulta retrogrado y homofóbico. Pues acá seguimos en la misma idea, ser gay es ser escoria.
La dirección emplea solamente una indicación de lugares con cambio de sillones en una segunda área oculta por una cortina al fondo y un par de cubos practicables para indicar los separos de la policía. Caramba, hasta el judicial “mata putos” es ochentero en discurso y movimientos.
Intencionalmente lenta para “dar intensidad”, se presenta sin intermedio pero con unos oscuros inmensos entre cada escena.
El elenco esta integrado por cuatro actores mas bien atractivos y algunos muy atractivos, mas el judicial, necesariamente un actor corpulento.
Humberto Carlos, con seguridad el mejor cuerpo, lucha para darle intensidad a su papel, pero solo crea una imagen confusa, no sabemos al final si compadecerle por ser engañado o darle un zape por su comportamiento sangrón y soberbio, incluso chantajista con sus clientes. Sin embargo se queda en la superficie, varios matices se le escapan totalmente lánguidos y sin chiste. León Pablo, emplea tics y recursos muy del Método, pero aun así su actuación de “soy gay pero no lo admito” ,otra vez el tema del closet del que no salimos los mexicanos, resulta hasta ingenua. Si a eso le sumamos ser el dueño de un antro al que un gogo, o sea su empleado, lo pone como chancla, pues ya no entendí. Esto es un error de dramaturgia pero también hay que ponerle técnica actoral. Cesar Herrera se va al cliché del gay que es gogo y es un amargado por su terrible antecedente familiar. Obvio es una especie de versión rosa de Teresa pero en región 27. También externo y sobre simplificado. Alvaro Ros Tor hace al chichifo de experiencia que ademas enseña maldades al tremendito Hugo que nunca vemos. Y el también da la idea criminal. Aunque lo intenta con toda honestidad, su villano se queda en Malo de Malolandia, con sus movimientos lentos y sus miradas oblicuas. Como sucede con el judicial de Emilio Hernández, solo apoyado en su tipo físico pero sin entrañas.
Debo decir en descargo de los jóvenes actores, que se percibe un compromiso autentico. Realmente están comprometidos y dan lo mejor de si, aunque adolecen de deficiencias técnicas que no les permiten cubrir un discurso escénico, dramático y de puesta, muy anticuado. Ademas de que tienen unas agradables presencias físicas para aquellos que solo buscan un taco de ojo, para estos espectadores si hay que ver.
En resumen, si quiere pasar un ratito aceptable en un teatro, insisto, viendo un espectaculo gay, puede darse una vuelta, no dudo que habra a quien le agrade.
Nuestro, de verdad, afectuoso consejo, es que hay que actualizarse en técnicas actorales y sobre todo dramáticas y de puesta. Es un heroísmo hacer teatro y mas teatro gay. Adelante, pero deben revisar el discurso.